domingo, 2 de octubre de 2011

Perfecto en un mundo de imperfección.

Podemos ir, venir, volar, besarnos hasta que nos duelan los labios. Emborracharnos de vida, disfrutar cada segundo como si fuera el último, o el penúltimo. Hacer eternas las noches y viajar hasta la luna. Tomar apuntes de la vida, para cuándo se nos olvide como sonreir. En aquel lugar el tiempo pasaba lento, y nosotros lo saboreábamos. De repende nos dio por despegar sin soltar los pies del suelo, nos besamos en lo alto del cielo, pasamos la noche en alguna nube perdida. Y al día siguiente, caminamos por una vía de tren fantasma. Seguimos sus raíles al lado del mar, cogidos de la mano. Las vistas eran impresionantes. La banda sonora eran las olas del mar chocando contra las rocas. Visitamos una playa desierta y disfrutamos como nadie. Volvimos a ser libres, eternos. Mirando al mar en silencio y a tí después.



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